lunes, 18 de enero de 2016

Nunca la instrospección había sido tan cruel.

En el psicoanálisis existe lo que se llama la "sombra" de la personalidad, que correspondería a los rasgos que se ocultan y no se desarrollan (al menos socialmente) creando una máscara para poder desenvolvernos. Todos tendríamos la sombra, y huiríamos de ella, siendo nuestro doble escondido que en conjunto con la máscara formamos el yo. Nuestro ego no puedo existir sin la sombra.

La asunción de la responsabilidad y la madurez, la falta de sinceridad ante los deseos, la necesidad de poseer lo ajeno... la lucha entre lo que quiero ser y lo que finalmente puedo ser. La lucha de todos los días para todos los seres.

Explicarme a mí mismo el desenlace y los procesos era como arrebatarme la diversión. Como la poesía o una película o un dibujo. A veces no queremos que los poetas, los directores o los artistas nos expliquen sus significados sino que lo que hacemos es experimentarlos bajo nuestro propio significado...

El Gonzalo dijo que tenía unas palabras que eran su "máxima". Varias palabras que no quiso contar y no contará jamás, porque "las pueden desvalorizar con sus reacciones... y porque son mías no más". Esos secretos, esas convicciones internas, esos significados supremos ¿Por qué no los tengo? ¿Por qué me siento flotando en nada? ¿Por qué el marxismo, la crítica social, el amor, la entretención, mis sueños, mis objetivos, no significan nada? Pareciera que todo lo concreto en lo que me paraba antes, ahora es polvo. Desde la seguridad con la que camino en la calle, hasta mi gusto por la historia y la pedagogía, mis éxitos y fracasos... son como nada ¿Hace cuánto tiempo que no lloro sin fingir un papel dentro de una vida?

"Brindo por todos mis fracasos y errores, porque las cosas que hecho bien, nadie las recuerda". Decía un meme. Y aunque sea una oración hecha quizás para y por novios resentidos o desempleados, yo la verdad la veo como que el Ying y el Yang son totalmente incompatibles en mi cuerpo y mente, como que no voy a poder nunca aceptarme en mi totalidad y aceptar al resto en su totalidad. No puedo aceptar no saber las palabras del Gonzalo, no puedo aceptar que la Melanie nunca me haya dicho qué le dijo el cura que la marcó por siempre cuando era chica, ni saber quién la tiene más grande, ni que no puedo tomar sin controlarme, ni que no puedo vivir para siempre, ni aceptar que mis rodillas valen pico... ¿Qué pasa Ricardo, por qué no tomas cartas en el asunto y empiezas a solucionar lo que puedes? ¿Por qué no te dejas de obsesionar por cosas estúpidas que a nadie le importan?

Mis sentidos tienen que estar bien. La alienación con el devenir del espacio tiempo sin mi voluntad, en serio que tiene que ser algo que no vuelva a ocurrir. A veces siento que me voy a volver loco e inventar una personalidad externa que me asesinará o me hará caer en la esquizofrenia. Es que yo definitivamente tengo rasgos esquizofrénicos, y no les siento ninguna puta admiración en las películas de mierda que los idealizan. Son unos saco weás. Y en eso no me convertiré.

Nunca me había aceptado tanto a mí mismo. Nunca había visto tan largo el trecho del dicho al hecho. Nunca me había sentido tan vencido. Tan inoperante. Tan pusilánime. La rutina, la rutina, la rutina es el cambio, el camino, la verdad, la transición. Si las teorías de que respirando como enojados nos enojamos y si respirando como tranquilos nos tranquilizamos son ciertas, si actúo como quiero ser me sentiré como quien quiero ser. La madurez, el objetivo de este año, es ésto. Ser quien quiero ser a como de lugar.

Si no puedo ponerle límite a las cosas, simplemente las elimino y las alejo.

"Si no puedess ponerle límites a eso (copete), no puedes ponerle límites a nada. Ni a tu ocio, ni a tus vicios, ni a tu personalidad, ni a nada. Eso es lo que me preocupa."

A mí también me preocupa, a mí también me preocupa...

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