martes, 24 de noviembre de 2015

Jamás será un orgullo ser un trabajador ejemplar.

Leí por ahí de unos anarquista en Temuco, que trabajar por obligación siempre será morir un poco día a día. Saludar por obligación, obedecer a personas que tienen menos valor que un perro o que están en la misma vorágine de obligación, apretujarse y angustiarse en la espera del transporte público, ver el sueldo mísero a fin de mes... que todo eso era morir un poco, día a día.

Trabajar es enriquecer a otros dice Bukowski, pero no solo el tiempo y la acción son necesarias, sino también que agradezcas por esa oportunidad, que te comprometas con esa verdad. Sino hasta te pueden llegar a despedir. Y es que trabajar, decía ese mismo comunicado de los anarquistas es perder momentos de amor, de placer, de ocio y creatividad, de olvidar que las mañanas pueden ser distintas. Jamás sería un orgullo ser un trabajador ejemplar*.

"Habilidades blandas" les llaman algunos, otros les llaman "Inteligencia Emocional". Flexible, tolerante, que sepa trabajar en equipo, capacidad de negociación y adaptación al cambio, seguridad personal, optimización del tiempo, responsabilidad, ética profesional, creatividad y hasta espíritu de servicio, son las formas elegantes de llamar a la muerte día a día.

No solo se conforman con tu fuerza de trabajo físico, tu cuerpo ingresado en cierto horario para sacarle el plusvalor como decía Marx. Ahora requieren de ti la fuerza psicológica y emocional. Necesitan informarla bajo los preceptos empresariales desde la más tierna edad.

No vaya a ser que tengamos profesores críticos al sistema que hablen en contra de la Teletón y la Democracia Representativa, arquitectos que se preocupen demasiado de la gente y no de los costos, médicos que no entiendan que los pacientes son muchos y pocos los minutos, oficinistas que se sienten solos por vivir encerrados en un cubículo, obreros que necesiten el saludo del resto, un buen sueldo, trato digno y varios derechos laborales para ser felices.

"El compromiso y su felicidad dependen de usted. Limpie su lugar de trabajo, si faltan materiales arrégleselas; sino le alcanza el sueldo apriétese el cinturón, son tiempos difíciles; si se siente cansado es que está haciendo las cosas mal, preocúpese más por el trabajo, usted puede hacerlo. De usted depende que saquemos esta empresa adelante, confiamos en su capacidad"... sería el "speech", el discurso bonito, preparado desde la "gestión" empresarial. La "administración" era menos eficiente porque solo deseaba el trabajo realizado. Ahora eso no es suficiente.

Trabajamos por objetivos tan válidos como la libertad, la educación de los niños que son el futuro, la eficiencia, la información, la limpieza, la entretención y el respeto de los Derechos Humanos que obviamente nos entregamos felices a estas nobles metas. Para mí son formas elegantes de ocultarnos que esa libertad, esa educación, esa eficiencia, esa información y esa entretención son las formas de cultivar la auto reproducción del sistema, de ver como "natural" lo que se nos está imponiendo, que la coacción y el convencimiento voluntario pasen piolas.

La legitimación solo se da cuando el discurso puede autolegitimarse sin concentrarse en ciertas personas, pues tampoco es un atributo como la riqueza o los bienes. Tiene una extensa forma de gamas, de expresiones. La sociedad panóptica de la supervigilancia. A partir de esto en el funcionamiento del poder, todos somos víctimas y victimarios; una lastimosa situación ambivalente. Quiero viajar pero quiero tener casa. Quiero crear pero me gusta comprar. Escribo en contra del trabajo pero me preocupo porque mañana tendré sueño en el mismo. Mañana el sueño lo intentaré sentir como efectos de la rebelión...

 La mejor de las formas de legitimación, dice Foucault, es la educación formal. Ahí estoy. Dócil proviene de la palabra docilis (enseñable). En eso transformo a mis niños día a día. En esa labor me suicidio día a día**.

*Me acuerdo el año pasado cuando dieron premios a los profesores por su trabajo en el año académico. Yo me gané el de hacer clases motivadoras, innovadoras y entretenidas. Me acuerdo había uno por ser comprometido. También me acuerdo de haber suspirado agradecido por no haberme ganado ese último.

** También revivo, me revitalizo y construyo contra golpes. Pero esa es otra entrada.


domingo, 1 de noviembre de 2015

Defectos.

En un juego de yenga de una "célula cristiana no religiosa", el que perdía tenía que contestar una pregunta del jarrito. La pregunta del papelito decía ¿Cuáles son tus tres mayores defectos?

- Mentiroso. Alcohólico. Soberbio (ególatra, no orgulloso).

Mi seguridad al decirlo fue tal, que no solo quedó en silencio el resto. Sino que yo mismo oí el eco mudo de las miradas rebotando dentro de mi corazón (cliché) ¿Soy así? ¿Realmente soy así? La negativa no vino desde mis entrañas, ni desde mi cerebro y menos de las bocas expectantes esperando soltarse a la matiz de una "sí, fue una broma". De hecho, nunca llegó. Cada vuelta, cada reflexión, cada recuerdo de vida se acoplaba perfectamente al significado de aquellas tres palabras.

Mientras más palpable estuvo para mí el camino rodeado de infierno por el cruzaba y crucé, tuvieron que conformarse con aceptar la distancia impuesta. Sí, soy una mala persona que no tiene miedo de decirlo y, lo mejor, ni siquiera tienen la confianza de que en realidad les importe, de preguntarse si verdaderamente pueden intervenir, de ayudar y demostrar su cristianismo más allá de su propio testimonio. Porque no saben nada. No saben que siendo mentiroso, alcohólico y soberbio se puede vivir más que feliz, sin que nadie se de por enterado y si se enteran, es mejor pedir perdón a pedir permiso, total, ya la hiciste.

¿Y tus virtudes?

Voluntarioso (sí, existe la palabra). Intento de revolucionario.Y sincero.