sábado, 15 de septiembre de 2018

Los años se acumulan y la sabiduría se escurre.

Hay un día nublado. Estoy en un día nublado. No sé cómo explicarles de manera interesante lo mismo que a un montón de personas les pasa. "A pesar de tener todo para ser feliz, no lo soy". Típico.

Y para qué nos vamos a poner a explicar la historia de mierda. Mejor me la guardo y tiene más valor. Conservo el ímpetu. Atesoro la osadía de poder estar así sin que nadie pueda inventarme una excusa para salir a flote, para sonreír y saludar al sol y a las flores primaverales y a los amigos.

No sé porque, pero hace un tiempo que decido malgastar el dinero en taxis y cervezas servidas por personas, en vez de ahorrar para lo que sea que dicen que hay que ahorrar. Lo que se dice que dicen, siempre tiene la razón. No lo dudo. Pero por ahora estoy dispuesto a no tener la razón y pido otro shop de medio litro para acompañar las papas fritas. Me fijo que sea la mujer de los 40 años recién cumplidos con su cabello teñido rubio perfectamente tomado y engominado.

Mientras malgasto mi escaso dinero en pasaportes directos a la frivolidad, me pregunto otra vez cómo sigo creyendo en estos placebos. Años y años consumiendo cafés, cervezas, marihuana y películas constantemente y alguna que otra vez pastillitas y polvos mágicos y no siento que me acerque o vislumbre siquiera el Nirvana.

Cada sorbo de cerveza es un paso más a despertar con ese sabor metálico y dolor de cabeza típico. Al que le sigue unas ganas irrefrenables de lavarme los dientes. Y para cuando ya termino de tomar agua con olor a menta y me acuesto nuevamente, no poder dormirme. E impaciente por el retraso del sueño, decidir masturbarme con alguna frustrada erección de un recuerdo de ayer. Y así por fin descansar otra vez.

Dormir en esos casos, es mejor que comer plátanos, lácteos, tomar sales minerales o bebidas energéticas. Dormir hoy en día es un lujo para todos. Pero para mí no, ya que lo único que he construido en mi vida es un par de cuentas totalmente pagables. Ningún drama. Nada de hipotecas u hospitalizaciones esclavizantes. Nada de niños raptados por su madre por la cual tenga que validar mi paternidad con incesantes salidas a restaurantes o regalos en cuotas, como celulares o consolas costosas. Nada de padres con alzheimer. Nada de nada.

Otro shop. Otro litro completo. Otro par de millones de neuronas fallando en sus anteriores rápidas sinapsis. Ya va siendo hora de hacer algo que después pueda contar. Así que pido la cuenta y me fijo si la ex treintañera, ahora hermosa, tiene algún anillo. Y nada. Le quiero preguntar su edad, pero claramente sería pésima entrada. Así que le pregunto si le pasó algo bueno, si supo de una buena noticia. La idea era que me dijera que no, y yo le dijera que eso parece porque estás muy linda, como de alegría. Pero me dijo que sí, me preguntó si de verdad se le nota, y es que le pidieron matrimonio hace poco.

Así que eso quería contarles.

lunes, 7 de marzo de 2016

Estoy tan superpoderoso

Estoy tan superpoderoso como cuando chico. Siempre estoy bien. Las rodillas están bien, tengo los dos hoyos de la nariz destapados, estoy con la mujer que elegí, el Pollo se casó, tengo buenos amigos y tengo un nivel de pensamiento y voluntad que ya tiene libros arrumbados y orgullosas pinturas de estampas.
Estoy tan superpoderoso que ya no me curo ni pierdo el equilibrio.
Estoy tan sayayín que subo el cerro San Cristóbal dos veces seguidas en cleta.
Estoy tan de humor que me río de mis curiosidades negadas y de las frustraciones presentes.
Estoy tan bacán que las palabras me fluyen como si fuera tan natural como respirar.
Estoy tan enamorado que cada uno de los rincones de tu piel me parecen tan hermosos, suaves, olorositos y admirables que la vida entera se me pasaría en un pestañeo viviéndolos incansablemente; tan entregado, feliz y contento que tus palabras, tus ideas, tus emociones, sentimientos, experiencias y compañía son la nutrición perfecta de la trascendencia, el deshielo interminable que hace crecer el río de la diversión, de la aceptación de mí y nuestros propios caminos, el río en el que viajo y transcurro y me dice que todo está bien.
Tengo tantas ganas, que no me da por ningún momento, lata levantarme para ir a buscar un vaso y tomar agua, hacerme el desayuno, buscar y perseguir a la Kerri para salir a correr, transcribir entrevistas, entrenar, lo que sea, es solo pensarlo y hacerlo.
Estoy tan super poderoso que no tengo caña, ni ganas de algo que no tengo, ni mucho menos, pocas ideas que desarrollar.
Estoy tan seguro que puedo terminar en éste preciso momento y no me importa si me faltó algo o no que poner en la entrada, porque todo lo tengo acá dentro.
Estoy tan decidido que realmente no me hace falta nadie, nunca lamenté dejar de ver a alguien, terminar con alguien, putear a alguien, matar a alguien, mear a alguien, nunca he estado triste por una mudanza de alguien, por una ofensa de alguien, por nada... son todos granos de arena en un mundo donde sobran, pequeñas gotas de agua que me ensucian o limpian, pero que en realidad nunca he necesitado de alguien que no necesitara de mí más.
Estoy tan sabio que en realidad no tengo que justificar nada ante nadie, tantos logros que nadie me podría bajonear, tantos buenos momentos, tantos viajes, que nadie podría decir que me he desperdiciado, tantas razones que podría escribir un cuento de cómo es resistir y vivir.

lunes, 18 de enero de 2016

Nunca la instrospección había sido tan cruel.

En el psicoanálisis existe lo que se llama la "sombra" de la personalidad, que correspondería a los rasgos que se ocultan y no se desarrollan (al menos socialmente) creando una máscara para poder desenvolvernos. Todos tendríamos la sombra, y huiríamos de ella, siendo nuestro doble escondido que en conjunto con la máscara formamos el yo. Nuestro ego no puedo existir sin la sombra.

La asunción de la responsabilidad y la madurez, la falta de sinceridad ante los deseos, la necesidad de poseer lo ajeno... la lucha entre lo que quiero ser y lo que finalmente puedo ser. La lucha de todos los días para todos los seres.

Explicarme a mí mismo el desenlace y los procesos era como arrebatarme la diversión. Como la poesía o una película o un dibujo. A veces no queremos que los poetas, los directores o los artistas nos expliquen sus significados sino que lo que hacemos es experimentarlos bajo nuestro propio significado...

El Gonzalo dijo que tenía unas palabras que eran su "máxima". Varias palabras que no quiso contar y no contará jamás, porque "las pueden desvalorizar con sus reacciones... y porque son mías no más". Esos secretos, esas convicciones internas, esos significados supremos ¿Por qué no los tengo? ¿Por qué me siento flotando en nada? ¿Por qué el marxismo, la crítica social, el amor, la entretención, mis sueños, mis objetivos, no significan nada? Pareciera que todo lo concreto en lo que me paraba antes, ahora es polvo. Desde la seguridad con la que camino en la calle, hasta mi gusto por la historia y la pedagogía, mis éxitos y fracasos... son como nada ¿Hace cuánto tiempo que no lloro sin fingir un papel dentro de una vida?

"Brindo por todos mis fracasos y errores, porque las cosas que hecho bien, nadie las recuerda". Decía un meme. Y aunque sea una oración hecha quizás para y por novios resentidos o desempleados, yo la verdad la veo como que el Ying y el Yang son totalmente incompatibles en mi cuerpo y mente, como que no voy a poder nunca aceptarme en mi totalidad y aceptar al resto en su totalidad. No puedo aceptar no saber las palabras del Gonzalo, no puedo aceptar que la Melanie nunca me haya dicho qué le dijo el cura que la marcó por siempre cuando era chica, ni saber quién la tiene más grande, ni que no puedo tomar sin controlarme, ni que no puedo vivir para siempre, ni aceptar que mis rodillas valen pico... ¿Qué pasa Ricardo, por qué no tomas cartas en el asunto y empiezas a solucionar lo que puedes? ¿Por qué no te dejas de obsesionar por cosas estúpidas que a nadie le importan?

Mis sentidos tienen que estar bien. La alienación con el devenir del espacio tiempo sin mi voluntad, en serio que tiene que ser algo que no vuelva a ocurrir. A veces siento que me voy a volver loco e inventar una personalidad externa que me asesinará o me hará caer en la esquizofrenia. Es que yo definitivamente tengo rasgos esquizofrénicos, y no les siento ninguna puta admiración en las películas de mierda que los idealizan. Son unos saco weás. Y en eso no me convertiré.

Nunca me había aceptado tanto a mí mismo. Nunca había visto tan largo el trecho del dicho al hecho. Nunca me había sentido tan vencido. Tan inoperante. Tan pusilánime. La rutina, la rutina, la rutina es el cambio, el camino, la verdad, la transición. Si las teorías de que respirando como enojados nos enojamos y si respirando como tranquilos nos tranquilizamos son ciertas, si actúo como quiero ser me sentiré como quien quiero ser. La madurez, el objetivo de este año, es ésto. Ser quien quiero ser a como de lugar.

Si no puedo ponerle límite a las cosas, simplemente las elimino y las alejo.

"Si no puedess ponerle límites a eso (copete), no puedes ponerle límites a nada. Ni a tu ocio, ni a tus vicios, ni a tu personalidad, ni a nada. Eso es lo que me preocupa."

A mí también me preocupa, a mí también me preocupa...

jueves, 14 de enero de 2016

Este es el año de la maduración.

Este año no ha podido partir peor. Con esta semi depresión. La madurez es aceptarse a sí mismo y conseguir los objetivos que uno se proponga, independiente del rango etario y los objetivos sociales impuestos-preconcebidos para cada momento en tu vida.

Este año es el año de ponerle nombre a mis problemas, de enfrentar quién soy, de que no soy un super héroe ni soy super bacán en casi nada y lo más importante, de saber qué me hace mal y qué me hace bien y saber alejarme de lo que me hace mal.

Antes me jactaba de mi fuerza de voluntad. Volveré a jactarme de aquello.

martes, 5 de enero de 2016

Mi vida va hacia abajo. No sé madurar.

Estos 24 meses he aprendido que Zeratul está muerto :(, que no me motiva nada el academicismo, que no es malo suicidarse, que me convertí en alcohólico, que no sé guardar secretos y que siempre las cago en mantener a las personas que quiero como a ti Kelly G., que te extraño Caro G. y que me encantaría ser tu amigo, que no tengo ningún talento especial y que si lo tengo no podré desarrollarlo por imbécil y alcohólico, que todas las personas son bacanes menos los especuladores hijos de puta y los que extraen plusvalía, que hay gente mucho más culta que yo que ni siquiera se nota, que la Kerri Perri es insalvablemente miedosa, que hago juicios determinantes sin siquiera determinarme, que me gustaría tenerlo todo y no sé perder nada ni hasta las personas más insignificantes (las miro con deseo, o las miro con ganas de decirles que las quiero o con desdén), que no sé lo que quiero en absolutamente nada en mi vida, y que cada vez, pasando los años, soy una peor persona bajo mis perspectivas universitarias-revolucionarias sin fin anarquista ni comunista y sin fin al fin y al cabo. Desde los 17, siempre he sentido que mi vida va hacia abajo. Desde mis 22, he sentido que perdí el rumbo y que ya no puedo ser peor ni ir hacia abajo si no tengo rumbo. Desde los 25 siento que soy un burgués, que ya no sé soñar y que solo puedo impacientarme y ser ansioso bajo todos los sucesos que me parecen inverosímilmente estúpidos. Ya no creo en mi mismo. Seguramente terminaré solo porque tampoco sé amar. Y no sé si aprenda. En volá tengo la misma puta personalidad narcisista del Yordi. Sol, eres como mi última esperanza, y como tal, estamos destinados a fallar. A veces espero que te vayas a Australia para decir te lo dije. A veces espero que me cagues o que confieses lo que ya hiciste, y me demuestres que la humanidad es una mierda. A veces no te creo nada. A veces simplemente debiese tomar lo que en realidad me ocurre y hacer algo realmente con ello ¿tu primo le hace a la cocaína? ¿Qué onda tu vida, no te cansai weón? ¿de dónde sacai tanta motivación pa weás que ni sabís que van a funcionar? ¿la dura creís que las cosas van a cambiar? Vegano, feminista, anarquista, comunista, volado, curado, mierda de persona... tantas veces en mi mente, dichas por allí y por allá y por acá, ya horadaron mi fuerza... no sé si quiera ni siquiera recuperarme.