sábado, 17 de octubre de 2015

De miedos y escudos

Duelen corazones en el nombre de la libertad,
se desinflan cuando decimos no,
No me comprometeré con el instante,
No me cautivaré con tu desnudez,
Ni me expondré vulnerable.

Y es que no quiero ni busco nada serio...
Como si no fuera lo suficientemente serio entregarme,
Como si no fueran suficiente nuestras manos tomadas,
Como si no fueran suficiente nuestras carcajadas, abrazos y besos
Y que mi cuerpo estuviera dentro de ti
Ni que tu cuerpo me envolviese en calidez,
Ni que tus manos se afirmen de mis brazos,
Ni que yo no pueda soportar viendo como te mueves cuando yo me muevo,
Y que explote por dentro cuando tus ojos se abren y muestran una sonrisa,
Diciéndome sí, los dos nos estamos sintiendo.

Y es que no creo en las etiquetas,
Cuando se le pone nombre las cosas se complican,
Solo tenemos que fluir, 
Disfrutar lo fugaz entre el pasado y el futuro,
Deleitarse en el presente...
Como si la vida fuera para siempre,
Como si la impaciencia fuera un pecado,
Como si la ansiedad fuera un aburrimiento,
El escudo que nos protege de soportarnos a nosotros mismos,
Como si la emoción que me embarga y me controla,
Se transformarse en el miedo a que me conozcas.
Porque es más sencillo empezar de nuevo siempre con otra gente,
Mostrando mi mejor cara,
Porque quizás en el fondo soy un auténtico fraude,
Una contradicción de escudos y miedos,
Que esclavizan al amor a una servidumbre del paso.

Los papeles se han invertido,
Ahora si sientes, estás loco,
Muy pronto, muy arriesgado, poco inteligente...
Dime cómo lo haces para no sentir cuando lo hacemos,
Cuando nos miramos a los ojos y sostenemos la mirada,
Dime cómo se finge la vida misma,
Cómo se hace para que los escudos y miedos,
La ganen a la natural expresión del accidente,
Al inherente testimonio de la compañía,
A la innata revolución de tripas,
Dime cómo haces para dominar los períodos,
Los pasos de las escaleras en el camino del encuentro y el deseo,
Cómo te detienes en medio del vuelo.
Dime cómo planificas la controversia,
Cómo te tragas las verdades de los miedos y escudos,
Y cómo te sacudes las palabras que revelan corazones,
Y cómo haces para omitirse,
Y cómo haces para poner un límite desde el principio.

domingo, 4 de octubre de 2015

Solceridad

Ni siquiera un mes. Ni siquiera 6 veces nos hemos visto. Ni siquiera sabía cuánto medías ni que la voz de tus ojos se mezclaría con El Origen del miedo. Mi cabeza recuerda fragmentos tan coherentes en esta vorágine que pareciera un espiral escrito, pauteado, detallado, con una coma acá y un punto seguido allá ¿Cómo es que hay algo antes de que haya algo? ¿Cómo es que nada de lo que ha sucedido después de esos instantes ha sido torpe o grosero?

Ni idea porque ese día estaba tan nervioso. Ni idea por qué no terminé la etapa del geometry dash que debía. Ni sé bien por qué te hice un dibujo. Ni sé por qué te invité al peda antes, casi adivinando que puedo ser yo mismo contigo desde el principio ¿Se anticipaba mi cuerpo como un receptor del futuro cercano que caería, se anticipaba a este ardor cálido en mi pecho? Ya desde el primer momento me abofeteaste y me dijiste, no es necesario que finjas.

   - No es un muy buen día para tomar chela. Hace frío igual.

   - Siempre es un buen día para tomar chela.

   -     ._.

Las 5 primeras horas como todas las siguientes han sido tan rápidas como las especulaciones que se salían de nuestras cabezas y se transformaban en palabras tan especiales que no venían al caso. No representaban el momento del comienzo porque los primeros escalones nunca estuvieron.

    -  Tengo unos cogollos, pero se me olvidó preguntarte ¿fumai cuando tomai?

     -  Emm sí. Pero no sé cómo quede ni que pase después de eso.

No importa si no teníamos amigos en común. Si era primera vez que nos veíamos. Si llevamos a dos amigos al parque o’higgins con la sola excusa de darnos un beso dónde sea, aunque haya olor a pipí. Después comenzamos a casi demostrar quiénes éramos. Conóceme y dime que te gusto. Fotos. Preguntas absolutas. Sí quiero verte de nuevo. Obvio que sí. Emoticones que decían lo que no podíamos hacer aún, lo que no podíamos expresar porque no podía definir lo inefable que eras para mí. De sonrisas a besos, a sonrisas y besos sonrojados.

 Ni siquiera dos semanas y se sentía un tiempo. Y es que confundíamos el tiempo con profundidad, el tiempo con lazos, el tiempo pasado con el tiempo futuro, el tiempo con la verdad. Reinventamos nuestra historia. Nos pusimos cursis. Me dijiste que no querías sufrir. Que anduviera tranqui. No acabé de entender ese tranqui hasta ayer. Y es que nuestra descoordinación inicial evidente de ideas, besos y actos se sienten como malos atajos para destinos más lindos. La pizza mala. Nuestros segundos besos. El cuento de los abrazos al niño. El concepto de inteligencia. Nada es para siempre. Fluir. Tranqui.

Y de pronto en medio de la oscuridad y “privacidad” del cine, lo cursi se transformó en deseos que no eclipsaban lo cándido de nuestra relación de cuatro visitas, sino que las completaban, nos representaban y nos empujaban a la playa. Pero los planes del espiral escrito nos tenían otro lugar. Una mirada fugaz a tus mundos. Trabajo. Amigos. Tu sexo y tu hacer el amor. Después, otros raros taxistas. Otras confesiones. Otras preguntas y respuestas absolutas. Y nuestra primera vez que “curtimos”
-“¿Qué sientes?”
- Rico, apretado, como paredes de fuego que no queman.

Eres un temblor, un estruendo, te desconozco pero te siento, nos encontramos aunque no nos veamos. Tus palabras me estremecen en el fondo y creo que no llegas a adivinar cuánto. "Mi amor". Mételo. Acaba adentro. La vulgaridad de las palabras es la cara de la misma moneda que me conmovió la primera vez que me tomaste la mano. Pides y desorbitas. Tómame. Tócame. Hunde tus senos en mi boca y déjame recorrerte persiguiendo tus muslos. Enséñame a conocerte. Enséñame que aprendemos rápido. Estamos tú y yo. Solos tú y yo. Y tú sabes todo lo precioso que es eso.

Por más que piense en todo esto no hay forma de describir ni verbalizar nada. Escribirlo sería tan imposible como olvidarlo. Lo inefable que eres es simplemente pasar tiempo a tu lado. Disfrutar el presente. Mis escudos ya nulos se desvanecieron con tus palabras y con tu cuerpo. Me hiciste tuyo con una cruz en la frente y una frase de los 80. Y me sentí tan bien con eso, aunque haya sido una broma, porque me devolviste.