domingo, 21 de septiembre de 2014

Optimismo-Euforia.

La euforia... ¿Qué chucha es? ¿Un estado mental y emocional? ¿Una necesidad? ¿Una moda? ¿Optimismo? ¿Ingenuidad? ¿El estado mental y emocional antes de la decepción? ¿Una obra de teatro con protocolos sociales como la amabilidad como protagonista? Lo pienso y lo pienso, y no sé. Pero me siento así. Es la única palabra que siento que llena, que inunda como me siento ahora.

La euforia como el momento fugaz del optimismo, tal como la alegría a la felicidad, el momento a la vida. El optimismo, pareciera realmente que estuviera de moda. Inunda los textos de auto ayuda, las librerías, los videos de youtube, las conferencias, que el coaching, que querer es poder, que es la "habilidad blanda" que debe tener todo profesional en cada empresa, etcétera etcétera.

"Estudios demuestran que las personas optimistas son diferentes a las pesimistas en su actitud". "Las personas optimistas son más perseverantes, exitosas y también tienen mejor salud". "Estudios de la Universidad wuachuleru demuestra que el optimismo es contagioso, y que ayuda a crear entornos de trabajo más exitosos y competitivos". Horrible.

El optimismo bajo esta mirada también es una necesidad. La mercantilización del estado de ánimo de las personas, de la forma de ver el mundo, responde a la necesidad de lograr "mayores índices de producción", en otras palabras, explotar a los trabajadores y naciones, sus recursos y sus vidas imprimiendo un buen rostro feliz en sus caras. "Logren sus objetivos con optimismo, todos podemos", mientras que nos pagan con suerte 20% de lo que realmente producimos o construimos con nuestra mente y cuerpo.

El cristianismo y este "neo confusionismo capitalista" de Pilar Sordo y libros como El Secreto, o el coaching educacional de Pablo Menichetti, tampoco se quedan atrás: "Ten fe, todo es un plan del Señor, nosotros no entendemos sus tiempos ni sus razones, pero todo tiene un porqué, ten fe en el lugar que tiene Dios para ti" y qué sé yo qué más.

¿Acaso este optimismo del que hablan, toma en cuenta la necesidad de contrarrestar o al menos de sobrellevar el entorno económico, social y político que nos rodea? Me refiero a las desigualdades sociales, a la discriminación, a la violencia simbólica, a todo. No lo creo. Es parte de un plan. Es parte de hacernos masticar el "soma" (droga perfecta que mantenía feliz a los atontados y sobreestimulados señores de Un Mundo Feliz de Aldous Houxley) y así lograr la estupidización y el control de nuestras aspiraciones, nuestra entretención, nuestros miedos.

La euforia. La euforia. Está bien, todo es política. No puedo mirar nada sin verle ese lado. Pero también está bien, me siento así. Sé todo esto. Lo sé, pero me siento igual así de todas formas.

No sé si es producto de Disney que me hace  añorar como un imbécil expectante el "amor eterno", o es causa del tiempo que llevo solo, de que las cosas que quería vivir ya las viví, , de los estupefacientes, del 18, de la primevera, no sé pero me siento así. Con ganas de bailar, de gritar, de viajar, de ir a San Bernardo y volver y no estar en ningún momento chato del viaje, de ir a trabajar mañana aceptándolo como un chiste irónico de humor negro de la vida, de estar allá y reírme de todo el teatro del que seré testigo. Con ganas de esperar el tiempo con disposición de que todo va a salir bien, como que una felicidad trascendente está rondándome, rodeándome, sosteniéndome y empujándome a vivir la vida de esta forma rara irracional, pero terriblemente alegre.

Pareciera que de pronto llegó una súper armadura divina galáctica, me la puse sin darme cuenta y ahora tengo la capacidad de aguantar cualquier dolor, adversidad y verdad. Pero no sé si de todo, no sé si de todo. Ni siquiera puedo ver esta weá de armadura, en volá vale callampa ¿Valdrá cualquier decepción, valdrá la pena por lo que siento ahora? ¿Valdrá la pena esperar a que te muestres, a que me cuentes cómo eres, a esperar a que digas la verdad, a esperar a que pase el tiempo, a esperar y esperar? ¿Valdrá si quiera escribir esto? ¿Cuál es el objetivo de esto?

No sé. No sé razonar mucho las sensaciones, solo puedo sentir y no me importa mucho. Choca algo dentro de mí, me tiran de un lado a otro como si fuera un pre adolescente que descubre que sus papás no tienen razón en nada o un enamorado que se da cuenta que su mujer es una estúpida. No sé. La euforia es inentendible. Tanta satisfacción al llegar arriba de un cerro entero brígido, al darle un regalo bacán a mi mamá, en ver a un amigo nuevamente. La euforia que siento me escapa del pasado y del futuro también, me obliga a encontrarme con el presente así como infinito, no sé. La euforia es como tener el valor de experimentar la ilusión, la salud, el amor, el biaje, la elección y la lujuria y todo a la vez.

Pareciera que estoy aceptando, que estoy pidiendo a gritos desesperadamente que me dejen ser niño una vez más, que me dejen pedir consuelo, clamar conexión y calor, que me dejen ser ingenuo y estúpido, que todo es posible, que acepte arriesgarme, que me ilusione, que acepte esta euforia que dice ¡Expone! ¡Sé tu mismo! ¡Pregunta! Déjate, libérate, vuélvete roca, déjate llevar, siente tu niñez de nuevo, como el tiempo está en tus manos nuevamente, siente como tus dientes se aprietan, tus oídos se vuelven sordos al pasado y tus deseos de ser feliz se vuelven más fuertes que todo.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Para todos.

“Lo malo de esta sociedad es la incapacidad de uno mismo”.

Esas palabras me las enseñó un humano de mierda, pero se las agradezco. La suerte no existe, entiéndelo. Son situaciones combinadas con otras situaciones. La “mala suerte”, son conceptos que usan como excusas los pusilánimes, son de lame heridas, de pasivos que creen que el “yo no puedo” existe, de cerdos que celebran en sus vómitos de ebrios, de depresivos que se decepcionan de sí mismos como tú, de imbéciles que creen que la vida es injusta y miserable, de personitas que actúan como perras falderas en busca de compañías falsas, como tu hermana, que presta su cuerpo y su tiempo para que la pisoteen y expriman cada rincón de su cuerpo a cambio de nada… ni de su comodidad ni de un orgasmo se preocupan de darle de lo fácil que es.

El destino mucho menos existe ¿Acaso ves alguna coherencia en todas las injusticias y estupideces que estás viviendo? ¿Acaso ves justicia o propósito superior en las muertes de Vietnam o de Gaza, en lo que gana mi mamá que es auxiliar del aseo, o en la muerte de la tuya de VIH por infidelidad o la vida que lleva este aweonao hijo de rico? ¿De verdad aprendiste algo más que la desconfianza cuando te mintieron? ¿Realmente valió el aprendizaje del ensayo y error a lo largo de tu vida? Si el destino existiera, su propósito sería el de negarse a sí mismo. El destino es dejar que yo pueda engañar a esta mujer de la que te hablé que conocí el viernes y que mañana hasta me agradezca haberle humillado y escupido en su propia cara, me invite con sus amigos, me demuestre que le gusto y hasta que me quiere, acepte cuando le pida sexo ebrio y me lo de gratis.

La suerte no existe. El destino menos. Para mí son solo excusas. Especies de mitos y religiones que intentan presentarse racionales, que nos explican el miedo y nos dan propósitos a futuro dentro del presente inentendible, que nos sanan las heridas y que nos desvían de la locura. La mentira es mentira, y es una capacidad humana. Hay gente que nunca entiende o es débil y no sabe renunciar para asegurar, destruir para crear. Son como guaguas que quieren todo.  La coherencia de la que tanto hablas es esclavizante o ególatra, no hay otras opciones. La fuerza de la idea no depende de masas ni de su consentimiento ni de las razones que estén atrás. Sería hermoso que el conocimiento, el amor y la voluntad fueran los caminos universales por los que nos moviéramos. Pero ambos sabemos que no es así.

Lo que sí, tu voluntad no sirve ni para darte de comer a ti mismo, ni para encontrar un trabajo que disfrutes, ni para reclamar lo que quieres, ni para ser feliz, una weá tan básica, deprimente de mierda. Y sí, eso estoy diciendo, es tu culpa ¿De verdad te creías revolucionario con tu consumismo de ropa usada y tus mugrientas hamburguesas de soya y tus “alfajores artesanales”? ¿De verdad creías que por no mentir, no ser promiscuo o respetar a tus padres, por no meterte con nadie, eras una buena persona, te merecías una vida justa y que respeten tus ideas? ¿De verdad creíste que cambiabas en algo al mundo, que parabas el consumo “más dañino” y esas mierdas que leías en tus páginas de punki y tus blogs de “libertad a los presos políticos” y otros clichés? ¿De verdad crees que hablo de otra cosa por redactarlo en primera persona?

El sistema te dio esas pequeñas e insignificantes libertades que ningún poder tienen, porque si esas acciones lo tuvieran o reprimiera en los detalles superficiales habría más idiotas como tú. El sexo, la chela como esta que tengo en mi mano, la marihuana, la coca, el reggeaton, los moteles, los carretes, los encapuchados, la música, la libertad de expresión y tus mierdas de grafitis, pasquines y autogestión, son todas posibilidades que se nos admiten para que te conformes con esperanzas y acciones que no pasan de ser simbólicas y te enajenes y contemples “conscientemente” tu alienación… Como si la consciencia sirviera de algo sin poder ¿Me entiendes o no leíste nada de lo que te di?...

¿Por qué me esfuerzo en divagar y expresarme contigo? ¿Tenía esperanzas que reaccionaras? Mmmh… ¡Por supuesto que las tengo! No soy un nihilista que cree que la vida no tiene sentido, que debemos negar toda moral, el bien y el mal, suicidarnos, ser negligentes con los que nos quieren o que practica el hedonismo como un cerdo en su mierda. Ni tampoco quiero que lo seas tú ¿Te das cuenta a lo que voy? Empodérate. Aplica tu voluntad. Sal de ahí. El mundo es más que tu pareja, tu familia y tu cuerpo. Dame tu mano…

Ya, te esperé. Pero me cansaste con tus gemiditos y llantos ¿Qué? Si insistes en tirarte al suelo, hacer dramas, para de darte color y muérete luego no más.