jueves, 8 de mayo de 2014

El Café en una tacita

Antes el café no me gustaba porque era casi un laxante explosivo para mi cuerpo. Hoy en día, no sé si es biológico también, pero definitivamente siento que me tomo una pócima élfica que me impide dormir, me despierta, me convenzo de ello... y mi cara arrugada cuando tragaba, se relaja. Y debe ser sin azúcar para no echar a perder la vieja fórmula indígena muchas veces de élite o conocimiento restringido, que hoy el capitalismo irónicamente democratizó.

El café es lo más cercano a mi ideal de humano del nunca dormir, del ser de infinito aprendizaje y permanente experimentación. Es un ideal que me impulsa a ver, leer, escuchar y jugar todo lo que nos entrega este mundo fantástico y enfermo de la Internet, y de la inconmensurable cantidad de gentes, afectos, ideas, palabras, gritos y abrazos para observar o compartir. Y bueno, para hacer esto y esas cosas fomes del trabajo y del estudio.

Por eso sigo y seguiré aprendiendo, estudiante, en cada ocasión, por eso trabajo y pongo todo mi entusiasmo en los aspectos del mismo que me llenan, me dan vida; busco y busco e intento no perderme nada, especialmente si es It's free, si hay un amigo, una persona interesante. Pero no puedo siempre, porque pierdo tiempo, ¡porque ocupamos como especie el tiempo descansando!

¿Descansando de qué por la chucha? ¿De existir? Que el cuerpo con sus capacidades se canse de ser consciente, lo encuentro insólito, en serio, sorprendentemente bizarro. Es que nos obliga a suicidarnos a diario, nos pone la soga en el cuello, nos dispara a la cabeza, nos hace beber veneno, nos apaga y me carga, lo odio. El tercio de mi única puta vida, se me va en este suicidio obligado (8 horas de descanso de cada 24 horas diarias)!!!! Es demasiado, demasiado.

El cerebro no se cansa, pero se apaga la parte que controlamos, que realmente vivimos. Es una imperfección de nuestro cuerpo tan grande... como convertir cosas hermosas, olorosas y sabrosas en una plasta café, asquerosa, llamada caca, que para nacer nos pone en la posición más ridícula que podríamos inventar... o la imposibilidad de regenerarnos: ¿una extremidad menos y toda la vida sin ella? ¿Pero qué hace el cuerpo con tanta proteína, comida y buenas vibras que le damos en años y años? Puro descansar...

Y es que la imperfección humana a veces me violenta, me zamarrea, no sé. La vida a veces se me presenta como un constante lumbago que te tiene casi inválido, como una comezón rabiosa en que la única salvación es la destrucción, como un mal zapato o chala de mujer que te rompe los pies, como un inmenso e "inescapable" sillón incómodo, hundido, de respaldo muy empinado, o duro y con respaldo muy recostado, sin lugar para la cabeza y todo a la vez.

Me encantaría que mi yo, nuestras conciencias, estuvieran siempre abiertas al mundo, con ganas de vivir eternas y sin descanso. Me encantaría un concepto que no encuentro ni sé, que no es omnipresente... lograr ser un científico loco, experimentador en existencia, que este espacio fugaz entre el pasado y el futuro no tenga sueño ni esté exhausto, ser infinito en el presente, carpe diem el camino y a la vena, ¡no perder el tiempo durmiendo >.<!

En tanto a mi antiguo problema del café, me afecta una vez al día por suerte.

1 comentario:

Palomita Blanca dijo...

A veces duermo 11 o 12 horas. Siento que desperdicio mi vida y me cae la culpa cristiana