Este tema, a veces circunda por mi mente con un temor inexplicable. Lo que más temo, es dejar de ser yo, me encanta ser yo.
¿Qué que soy yo?, bueno, la verdad me importa un pepino en el ojo como definan al hombre, pero yo me defino principalmente por mi personalidad basada en mis memorias, experiencias y toda esa sarta de cosas como la cultura, relaciones sociales y afectivas pasadas y presentes, metas, publicidad etc... y mi cuerpo seudo rudo. La enfermedad que más temería, aún más que la impotencia viril, sería el alsaimer (y para los grandes intelectuales de meterse la la rae a o worldreference a cada rato à alzheimer).

Sería perder todo, todo lo que he logrado. Porque en mi afán incontenible de registrar situaciones, pensamientos y sentimientos, mediante distintas “texturas” que me recuerden todo a partir de esa pequeña mierda que estaría allí encasillada, guardada y para mi uso, como el caso de ciertas canciones, cartas, días del diario de vida, cositas como piedras, o monedas cochinas que he guardado del mismo momento etc. Genial, tener toda tu vida al alcance de la paja (entiéndase voluntad).
Bueno, aparte de ese miedo de dejar de ser yo, también está esa angustia porque pareciera que “soy demasiado viejo” ya, sí, sí, a mis 18 años de edad (casi 19) ya me estoy sintiendo viejo. Soy demasiado viejo para el colegio, soy demasiado viejo para tener un gusto nuevo o alguna cosa bacán y decir “yo desde chico que...” sea cualquier cosa como tocar piano, kung fu, parkour etc, también soy demasiado viejo para ser scout, viejo para tener miedo verdadero y pavoroso a la oscuridad, demasiado viejo para dar mi primer beso, para creer en el amor a primera vista del puro físico o hasta para mi primera ilusión, demasiado viejo para tener un amor de infancia que se prolongue hasta mi muerte, soy demasiado viejo para crecer, demasiado viejo para que vendan alcohol, demasiado viejo para que no me digan niño y un montón de cosas. En las películas, los momentos importantes son siempre cuando uno se es niño, cuando se va en el colegio, cuando se es grande y trabajando y cuando se es viejo. Yo ya he pasado las dos de esas etapas... a veces no lo puedo creer.
Quizás algo de lo que más me afecta, es la libertad, esta libertad del “joven”, en el que puedo hacer prácticamente todo. Puedo comprar cigarros, copete, entrar a una disco, comprar porno, trabajar, estudiar, no estudiar, cocinar y hasta usar el microondas sin miedo o prender el cálifon, coser, quedarme hasta la hora de la cachampa en el pc, no sé, me es cuático no tener restricciones, restricciones normales, sociales, humanas. No digo que sea una especie de dios picao a choro, pero... aa me deberían entender. Me es cuático verme ironizando sobre mi mismo y mi vejez a mi edad, es estúpido en realidad.
Cuando diserté sobre la vejez con el Checho, el semestre pasado, creo que fue bastante fuerte, pues descubrí otro tipo de discriminación del cual yo era parte y no me daba cuenta, denominado el “ancianismo”, que es la discriminación a los viejos, esa que los miramos feos cuando te atrasan en bajarte del metro, o cuando se acercan a ti a preguntarte algo y no logramos que entiendan o cuando somos chicos y nos da asco que muevan la boca nuestras abuelas y que estén ahí inertes, o reírnos de los abuelos y su posible impotencia sexual etc.
Una vez leí por allí sobre citas de la vejez, como “el problema de ser viejo, es que se fue joven antes” o “si me dijeran que soy demasiado viejo para hacer una cosa, la haría en ese mismo instante” y ciertamente, me dejan una clara sensación de chupar mucha sangre, un sabor metálico en la boca, de pesimismo u optimismo, o de ambas.
A mí nunca me gustaron frases como las siguientes: “viejos son los trapos”, “es joven de alma”, “se mantiene muy bien”, “vieja tu abuela (diciéndomelo mi papá o mamá xD)”; parecieran afirmaciones inmaduras que no aceptan el tranquilo y natural devenir de la vida, contra la mismísima dinámica del ser humano. Esto parece lógico, cuando se es niño, se quiere ser grande; cuando se es adolescente, se evita ser niño; cuando se es joven, se hace distinguir del adolescente; cuando es adulto, se buscó ser un ser maduro y completo y cuando se es viejo... se busca la muerte?, no poh.
Obvio que no, pero creo que se debiese buscar algo, claramente..., la armonía con toda su vida anterior, con todas sus experiencias y etapas y es que no queda de otra, sino te reconcilias con el mundo ahí nunca lo harás, y si no lo haces no podrás morir como el viejo de la película el Gran Pez, lleno de pura vida en su muerte.

Y es que hay una cuestión clara de esta etapa, que me molesta. ¿Todo depende de las gestiones sociales anteriores?... ¿será la vejez la culminación idónea de la vida o mas bien la lenta y desdichada decadencia de nuestro ser?... y me da mucha pena pensar que existe la segunda, y me la imagino y prácticamente la vivo en mi imaginario, cuando veo a viejitos asustados dentro de la sociedad apurona, confusos, débiles, desconfiados... me da pena, me dan ganas de hablarles, de preguntarle cosas pero nunca lo hago, hay gente que tiene esa capacidad, que les gusta y aprenden con ellos, disfrutan relacionándose.
Pero yo... yo soy un, un deforme, soy una víctima y representante ejemplar de la una sociedad intolerante que no está dispuesta a escuchar sus historias lentas llenas de flash backs y raccontos, a no escuchar la sabiduría de los abuelos, en sus mentes con experiencia y en sus corazones rotos, de cuando se marchita el cuerpo, de cuando se pierde a una persona querida o hasta cuando el perro querido de la casa es matado por un auto o muere de cancer al testículo, todo... todo está condensado en ellos, pues los corazones rotos son lo que tienen fuerza, elasticidad (así como los globos inflados pero desinflados), comprensión y compasión. No como algunos longis, que tendrán que aprender y conocer, la alegría de ser imperfectos, de ser humanos, de ser un viejo sabio.
* También sería parte del “guaguanismo”, porque puta que me apestan las guaguas pelonas del año de vida, que son rollientas hasta en los dedos, y mueven la boca como pequeños picorocos e hilos de baba cruzan de lengua a paladar o con burbujas y movimientos enfermos, pequeños balbuceos de sordomudo etc... aunque de 2 para arriba cuando saben hablar y no pelones, son terrible chorizos.
Y supongo que me falta aprehender, el milagro de la evolución y de condescendencia a las guaguas.
* Foto primera: Zoológico, mi hermana, la Neni (mi abuela) y yo.
* Foto segunda: San antonio, mi papá, mi mamá y mi tata Guillermo picao a pablo neruda y yo.